La pata de araña…
Han empezado a brotar las clemátides. Paseo.
Hacia el fondo del camino de tierra, un escarabajo marrón y reluciente camina a mi lado y se para.
Se para. Y camina. Lo dejo a un lado y sigo. La hierba fresca me transmite ternura.
Hacia la mitad el camino se estrecha y mi mano roza levemente las hojas del mirto.
El contacto permanece en mí. Retrocedo y observo con detalle el camino, hacia atrás.
Entro hacia el mirto.
Ahora soy una pequeña hoja blanca a la que abrazará la noche.