"Sé que ese azul radiante que lleváis en los ojos
es un cielo pequeño con un oro dormido" Vicente Aleixandre

lunes, 30 de abril de 2012

SOBRE LA LITERATURA

No sé si la literatura condena o salva. No sé cuál es exactamente el fin de la literatura, porque creo, con sinceridad más que meditada, que la literatura no está al servicio del hombre en general, sino que se escribe por necesidad, y  por lo tanto, revierte sus alaridos contra un individuo extremadamente concreto. Empecé a leer con dieciséis años. Los sentimientos me enlazaron con una realidad, versus realidad, que me ofrecía mucho más de lo que podía ver en las calles, en las personas, en las miradas. Al menos, me daba las palabras para interpretar todo aquello que encontraba en las calles, en las personas, en las miradas. No sé cómo hubiera sido mi existencia de otro modo. Ampliada por palabras de autores admirados desde entonces, no sé cómo hubiera sido mi otra existencia sin todos ellos. Pero sé, sin duda, con visión retrospectiva, que no hubiera querido vivirla. Aún recuerdo el peso de algún poema en el bolsillo, contra la praxis. Y mi alegría de repente cuando una metáfora dibujaba su “solución” en un paseo solitario, frente a edificios descuidados y mensajes cotidianos. Puede que mi soledad, la buscada, haya generado esta otra: contraste continuo con la fealdad del mundo sin más, ansias de poder en una sociedad derruida y sin aliento, cansada de creer en sueños que se les vinieron abajo sin aviso, cuerpos buscando cuerpos a la desesperada, huyendo de un estar consigo mismos insoportable por el vacío y la demora.
La ofrenda de la literatura es inenarrable. Pero soy una inadaptada. Me confieso dolorosamente culpable, pues dejé que pasara.
Culpable.

martes, 17 de abril de 2012

...

Eolo me sostiene por la cintura.
Yo noto su cálido aliento alrededor y
lanzo un gesto de ternura a tus palabras.
Calma.