"Sé que ese azul radiante que lleváis en los ojos
es un cielo pequeño con un oro dormido" Vicente Aleixandre

miércoles, 7 de noviembre de 2012

“De ningún modo es eso lo que pienso”. The Love Song of J. Alfred Prufrock, T. S. Eliot
 Al principio, Prufrock me pareció la palmada en la espalda a tiempo. Como si el “catcher” de Salinger estuviera rescatándome de caer definitivamente en el abismo…, - y sin embargo abismarse no es un mal término. Tiene la elegancia de las palabras-suspiro, aunque acabe en desastroso fin…-.  Prufrock, con sus charlas perdidas en naderías a su pesar, su paciente anestesiado, su niebla y su definitivo envejecer así,  “Envejezco… Envejezco…  Tengo que llevar los pantalones enrollados”, suponía la alerta. ¿Pero es acaso necesario considerar a Prufrock un semihéroe, y no el héroe de la lucidez del ángel amable? Tenemos que simular que nos causa vergüenza habernos creído superiores cuando en retrospectiva recordamos sus terribles palabras:  “No, no soy el príncipe Hamlet, ni pretendía serlo…”, pues ahí está toda la razón del poema desde mi perspectiva de salita de té. Nadie dijo, la niebla no se fue, y el paciente anestesiado nos perseguirá para siempre. ¿Pero por qué? Porque Prufrock somos todos, aunque Eliot nos vista de Hamlet a menudo, y en breves,  profundos y tristes espacios,  pretendamos ser  sólo  un bufón que ha caído en la cuenta.

1 comentario:

  1. No impide la niebla el abismo pero permite la libertad de imaginarlo,el don de la incertidumbre,el poder del misterio.
    No es el tiempo una caída, sino un vuelo para escapar de ella.

    Un beso de melodía desconocida

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