"Sé que ese azul radiante que lleváis en los ojos
es un cielo pequeño con un oro dormido" Vicente Aleixandre

martes, 20 de noviembre de 2012

YA NO SOY MÁS TÚ DESDE ESTE YO
Apoyaba las yemas de los dedos en los agujerillos fríos, la madera desprendía un olor a compacto barroco, mezclado con la vaselina del corcho. Ya sabes.., tenía que montarlo suavemente.. Cada pieza encajaba, y era un juego. Estaba a punto de mostrar mi alma, no, no tan de veras, sólo de la forma que alguien curioso mira a través de la cortina opaca y observa, musitando, algo que le gusta demasiado. A punto de ser descubierto. El aire brota de las entrañas, sabe que se colmará el sentimiento, que casi entrarán unas ganas certeras de agotar el instante en una cadencia. Pero habrá que continuar. La garganta se anuda. Se inhibe y se envalentona. Ya no sabe qué papel le toca a ella en todo esto. Va a sonar, de un momento a otro, una melodía que trasformará el ser en sí mismo para siempre. Unas notas frenéticas y firmes, mucho más que su presencia, que su prestancia y que su conciencia. Unas notas redondas y profundas que recuerdan la esencia pura del viento que las trae arreboladas. Y en la habitación, que dadas las circunstancias, podremos llamar estancia, por la forma poética, por el estatus de amor que ha creado el poema con la música clásica, que ya se precipita en la lengua… En la estancia…, digo… Suena el oboe, y los rumores acallados de seres que inundan las paredes  rancias, desaparecen. Mientras la música se deslíe nuevamente hacia el alma: instante glorioso de retroceso hacia un vertiginoso comienzo seguro.

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